jueves, 2 de abril de 2015

Efemérides musicales con Carlos Salas

Desandando camino.
Saliendo de Santiago capital, la primera cita es con el Museo Ashpap Rimainyn de San Pedro, Voz de la tierra en quichua. Gestado, organizado y atendido por su propia comunidad, es el portal de bienvenida del nuevo tramo turístico. Allí hay piezas valiosísimas, como puntas de flechas, viejas vasijas y una rueda de quebracho que fue parte de un carruaje de varios siglos atrás, rescatada antes de ser utilizada como leña. Apenitas después, ya a 27 kilómetros de la capital, la Feria de Upianita es el centro de las actividades del fin de semana. Un típico patio santiagueño donde sobra tierra y alegría, y donde cada sábado los quinchos desbordan de puestos con artesanos que venden y enseñan las virtudes de productos naturales como la algarroba, el mistol, la tuna y ajíes de monte. Del otro lado, la humareda de cabritos, lechones, locros y empanadas, pasteles de charqui, chipacos y roscas calientes completan la rica gastronomía santiagueña. El punto fuerte son los espectáculos folklóricos, con personajes destacados de la cultura popular. Esa conjunción hizo que Upianita inserte en el mercado laboral a más de 60 familias, con insumos y trabajo regional, recibiendo capacitación (otro fuerte del programa) para ser guías de su lugar, con eje en la importancia del trabajo familiar, lo artesanal y la necesidad de transmitir generacionalmente las técnicas y saberes. Manogasta, viejo pueblo precolombino, sigue la ruta de tierra con un curioso y enorme algarrobo en el centro del camino. Ese árbol es el lugar donde descansó San Martín, a quien se dedica un monumento en la puerta de la capilla Santa Bárbara. A pocos kilómetros está Tuama, centro de la vida social, económica y política en las primeras horas de la conquista, punto donde se toparon las corrientes expedicionarias de Chile y Perú. Cuentan que durante el siglo XVIII la localidad alcanzó el mayor prestigio, según consta en los documentos de la época que muestran al Curato de Tuama como uno de los más grandes de la región. Allí hoy se trabaja en la restauración de la Capilla de Inmaculada Concepción, en el sendero que conduce a Villa Silípica. Recordada como posta del “indomable cacique Chanamba”, Silípica es de las más antiguas localidades de la provincia. Su veneración a la Virgen de Monserrat habla del paso de los españoles, que dejaron marcada con sangre su presencia, apropiándose de tierras y vidas, dando un vuelco significativo a la historia y transformando la geografía física y social santiagueña. Sin embargo algunas usanzas, como la fabricación de erkes, se han conservado y son clave en cada procesión lugareña, conocidas como “Vivas” y “Corridas”, carreras de promesantes en homenaje a sus santos patronos. Sumamao, finalmente, teje un espacio mítico que remonta a siglos pasados, cuando dejó de ser una encomienda para transformarse en administración directa del gobierno, y ya en 1816 arrendado junto con otros lugares para sufragar los gastos de representación en el Congreso nacional por el Cabildo de Santiago. Los restos del primer molino harinero aún descansan entre la naturaleza del lugar, y el campanario sostenido por horcones de quebracho colorado anuncia la llegada a la capilla de la Virgen de las Mercedes. Aquí se realiza la festividad de San Esteban, paradigmática de la moderna religiosidad santiagueña. No muy lejos y hacia el sur, ya por fuera del actual camino, Atamisqui trae las añoranzas de una villa pacífica que se relaciona con el arte de manera cercana: cuna de prestigiosas teleras y sede de la Fundación Música Esperanza, creada por Miguel Estrella para difundir y promover la música folklórica, encuentra en Elpidio Herrera la creación de la sacha guitarra, instrumento musical único en el mundo que él mismo interpreta y posee su propio museo. En el otro extremo, Vinará (donde se firmó la paz entre las provincias de la región) resurge como botón de muestra de los nombres que poco a poco se van conociendo más, llenos de riqueza y huellas arqueológicas que aún no han sido acondicionados. Pero de a pasitos lentos, beneficiando ya a 4500 habitantes, el trabajo va sembrando las bases de una mirada realmente federal que va haciendo su nuevo camino






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